Susan Polgar en Argentina foto Mauro Alfieri
Por Carlos Ilardo
Esa dama que amalgama experiencia y juventud pone en jaque al calendario, con el cabello suelto, lacio y rubio, y un rictus permanente que enciende miradas en su paso por la coqueta zona de Puerto Madero. A los 40 años, Susan Polgar, ex campeona mundial de ajedrez y una de las mejores ajedrecistas de la historia del milenario juego, habló con La Nacion en su cuarta visita a la Argentina, invitada por la Universidad de La Punta de San Luis; a partir de hoy, y durante cuatro jornadas, la mayor de las tres hermanas Polgar -el trío se completa con Sofía y Judit brindará charlas, exhibiciones y enseñanzas a más de los 40 mil chicos, de 250 escuelas de esa provincia, que integran el plan de ajedrez escolar (AEI) dirigido por la rectora Alicia Bañuelos, junto a los maestros Claudia Amura, Gilberto Hernández, Mauro Di Franco y medio centenar de instructores.
"Es algo maravilloso que la Universidad de La Punta este ayudando y sosteniendo tanto a una actividad como el ajedrez; se trata de una medida educativa y es también valioso que el gobierno provincial apoye este tipo de acciones. No he visto en otros lugares del mundo -recorrió más de 50 países- en los que se haga tan manifiesto el apoyo hacia el ajedrez como se hace acá en San Luis", contó Susan, campeona mundial en las especialidades, Clásico, Blitz (partidas a 5 minutos) y rápido (a 10).
-¿Por qué cree que es importante incorporar el ajedrez en las escuelas?
-Pienso que el ajedrez debería estar en todas las escuelas del mundo durante los tres primeros grados, cuando formamos nuestras costumbres de pensar y estudiar. Porque ayudaría a los chicos a forjar el pensamiento lógico, con responsabilidad y paciencia, a trabajar en los detalles para que de manera crítica y analítica alcancen el correcto proceso de tomas de decisiones. Sin dudas el ajedrez ayuda a formar un mejor pensamiento y a desarrollar todas esas cualidades en los niños.
Susan Polgar, que trabaja en la Universidad de Texas Tech, donde dirige el Instituto SPICE (Susan Polgar Institute for Chess Excellence), un centro en el que asistió a miles de alumnos, relegó su participación en la alta competencia por el trabajo en la formación y educación.
"Es importante encauzar a los chicos hacia la educación a través del ajedrez. Tengo a mi cargo 4 o 5 áreas del Instituto, cumpliendo tareas de entrenadora del equipo universitario, organizadora de certámenes locales, regionales, nacionales e internacionales y de los planes de cursos de ajedrez. Nuestro próximo objetivo es la creación de una carrera de ajedrez para que nuestros alumnos alcancen el título de profesor", dijo la primera mujer en obtener el título de gran maestro en competencias masculinas, en 1991, tiempos en los que desafiaba a la marginación y discriminación.
Es que Susan, nacida el 19 de abril de 1969 en Budapest, fruto del amor de Klara -maestra- y Laszlo Polgar -pedagogo- fue educada junto a sus hermanas con un peculiar método familiar: no cursaron el colegio -dieron exámenes libres cada año- y recibieron instrucción ajedrecística, como materia adicional, jugando exclusivamente con maestros varones.
El resultado arrojó que Susan alcanzó el campeonato mundial femenino, en 1996, Sofía se impuso en el abierto de Roma (1989), superando a Karpov y Kasparov, y Judit se ubicó entre los 10 mejores varones en el ranking de la FIDE.
"Fueron tiempos muy difíciles aquellos, el gobierno comunista de Hungría me impedía jugar en el exterior porque no participaba en pruebas femeninas en mi país. Ellos decían que mis padres estaban locos; pensaban que querer vencer a los varones era como intentar un viaje a la Luna (risas)", dijo Susan, ganadora de 5 medallas doradas en las olimpíadas de ajedrez. y agregó: "La FIDE tampoco estaba de acuerdo que ingresáramos al mundo dominante de los varones y cuando pudieron me castigaron. En 1999 perdí mi título mundial porque no me autorizaron una postergación del match de seis meses después de dar a luz a mi primer hijo, Tommy".
Acaso por todo ello, con el paso de los años, Susan descubrió que las dificultades fueron su mejor motivación para seguir adelante; aferrada al viejo axioma del filósofo alemán Friedrich Nietzche, aprendió que: "Lo que no mata, fortalece". Y sigue vigente.
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